‘La palabra dice lo que dice y además más, y otra cosa’ Alejandra Pizarnik
Mostrando entradas con la etiqueta S. JARA. Mostrar todas las entradas
domingo, 17 de mayo de 2020
LA EVOLUCIÓN DE LOS GÉNEROS, S JARA
EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA DE LOS GÉNEROS LITERARIOS
SANDRA JARA
Introducción
En la historia de la literatura, Aristóteles se ha considerado como el primer teórico de los géneros literarios; en su Poética realiza una clasificación de las obras a partir de los modos de enunciación de los textos, fundada en la distinción de las formas miméticas, estableciendo ‒como diría Genette‒ los “archi-géneros” (Lírico, Épico y Dramático), que serían aquellos que sobrepasan y contienen jerárquicamente un determinado número de géneros empíricos, los cuales son ciertamente, hechos de cultura y de historia. Entonces, podríamos señalar que este es el punto de vista clásico en la teoría de los géneros literarios, que tuvo vigencia hasta la Edad Media y principio de la época moderna. Fue el primer teórico que llevó a cabo el intento de clasificar la poesía según criterios de contenido (por el asunto) y de forma (dramática, narrativa o épica).
Horacio añade a esta clasificación que los géneros son entidades distintas que hay que mantener rigurosamente separadas. Así, cada género tendrá el tono adecuado según combine el contenido con su forma correspondiente. No se permite la fusión de géneros distintos.
A partir del siglo XVI, en el Renacimiento se produce una proliferación de poéticas y la novedad es la tripartición de los géneros literarios (poesía dramática, narrativa y lírica). Esto se debe a que los retóricos se ven obligados a englobar una serie de obras que no correspondían a los anteriores géneros. Esta distinción se realizaba a través de la persona del poeta:
a) La poesía lírica caracteriza aquellas obras en las que la persona del poeta interviene directamente.
b) La poesía épica o narrativa es un género mixto, ya que se combina la intervención del poeta con la de los propios personajes. La poesía épica es fundamentalmente una poesía narrativa, es decir, consiste en la narración, más o menos objetiva, de una historia, de unos hechos llevados a cabo por una serie de personajes. Estos hechos suelen ser de carácter heroico: se trata de hazañas bélicas protagonizadas por personajes de alto rango, reyes o nobles o incluso héroes de naturaleza semidivina. Suele tratarse de poemas de gran extensión. En su estilo observamos algunas características –irregularidad métrica, tendencia a cierto formulismo– que revelan su origen y transmisión orales. De acuerdo con algunos teóricos, la evolución histórica de este género dio lugar a la novela, una narración en prosa. Entre las clases de poesía épica distinguimos la epopeya, los cantares de gesta, los poemas épico-cultos y los romances. La epopeya consiste en el conjunto de poemas épicos de un país o cultura. Se trata de poemas producidos en épocas remotas y que configuran el pasado mítico de todo un pueblo. Cabe destacar la epopeya griega, constituida por la Ilíada y la Odisea, y la epopeya hindú, formada por el Ramayana y el Mahabarata. Los cantares de gesta son los poemas épicos compuestos durante la Edad Media, como el Cantar de Mio Cid. Los poemas épico-cultos son poemas escritos a imitación de la poesía épica antigua en épocas más recientes. Son poemas de autores conocidos –a diferencia de la mayoría de las obras épicas antiguas, que suelen ser anónimas– y la métrica utilizada es más regular. La Eneida, de Virgilio; La Divina Comedia, de Dante son poemas épico-cultos
A partir del siglo XVI, en el Renacimiento se produce una proliferación de poéticas y la novedad es la tripartición de los géneros literarios (poesía dramática, narrativa y lírica). Esto se debe a que los retóricos se ven obligados a englobar una serie de obras que no correspondían a los anteriores géneros. Esta distinción se realizaba a través de la persona del poeta:
a) La poesía lírica caracteriza aquellas obras en las que la persona del poeta interviene directamente.
b) La poesía épica o narrativa es un género mixto, ya que se combina la intervención del poeta con la de los propios personajes. La poesía épica es fundamentalmente una poesía narrativa, es decir, consiste en la narración, más o menos objetiva, de una historia, de unos hechos llevados a cabo por una serie de personajes. Estos hechos suelen ser de carácter heroico: se trata de hazañas bélicas protagonizadas por personajes de alto rango, reyes o nobles o incluso héroes de naturaleza semidivina. Suele tratarse de poemas de gran extensión. En su estilo observamos algunas características –irregularidad métrica, tendencia a cierto formulismo– que revelan su origen y transmisión orales. De acuerdo con algunos teóricos, la evolución histórica de este género dio lugar a la novela, una narración en prosa. Entre las clases de poesía épica distinguimos la epopeya, los cantares de gesta, los poemas épico-cultos y los romances. La epopeya consiste en el conjunto de poemas épicos de un país o cultura. Se trata de poemas producidos en épocas remotas y que configuran el pasado mítico de todo un pueblo. Cabe destacar la epopeya griega, constituida por la Ilíada y la Odisea, y la epopeya hindú, formada por el Ramayana y el Mahabarata. Los cantares de gesta son los poemas épicos compuestos durante la Edad Media, como el Cantar de Mio Cid. Los poemas épico-cultos son poemas escritos a imitación de la poesía épica antigua en épocas más recientes. Son poemas de autores conocidos –a diferencia de la mayoría de las obras épicas antiguas, que suelen ser anónimas– y la métrica utilizada es más regular. La Eneida, de Virgilio; La Divina Comedia, de Dante son poemas épico-cultos
c) La poesía dramática es aquella en la que no interviene el poeta, sino que lo hace a través de otros personajes.
En el Renacimiento lo que se experimenta es el debate de distinción de los géneros literarios, los cuales se dividen en subgéneros, existiendo excepciones que no siguen los caracteres genéricos indicados, sino que hace una mezcla de todos, como por ejemplo La Celestina, obra en la que se mezcla lo trágico y lo cómico.
Esta tendencia al hibridismo se manifiesta sobre todo en el Barroco (siglo XVII), la cual viene determinada por las propias características del arte de la literatura barroca (desconfianza de reglas, libertad artística,...), lo que determina una tendencia a la mezcla, a la fusión de géneros.
Además aparece la idea de concebir el género como una entidad histórica, es decir, que admita posibilidades de cambio, evolución, incluso desaparición. Ahora existe un concepto más flexible de género literario. En este sentido aparecen también géneros nuevos o evolucionados a favor de ese liberalismo; como la novela bizantina (procedente de las literaturas griega y bizantina) la cual se cultiva a finales del siglo XVI y principios del XVII, son narraciones realistas que se convierten en géneros en los que todo tiene cabida; en ellos aparecen reflexiones morales, narración, teatro, generando un efecto anticlásico.
En el siglo XVIII se recupera de nuevo la concepción clásica del género literario desde el punto de vista del clasicismo; de ahí que se llame Neoclasicismo. La novedad neoclásica es que recupera la distinción de forma rigurosa y establece una teoría jerárquica de los géneros literarios; asís e distinguen los géneros mayores (tragedia y épica) y los géneros menores (comedia y subgéneros como sainetes, canciones, lírica tradicional,...), lo que implica una evaluación de las obras literarias. Además, se insiste mucho en que los géneros literarios son inmutables, eternos y que el fin de la literatura es la de enseñar, para lo que se necesitan reglas, surgiendo así las academias para evitar el hibridismo del Barroco.
En definitiva, defienden la concepción clásica de los géneros literarios. En una visión tan reglada de la literatura, la obra no se examina en sí misma, sino que se analiza su valor en la medida que siga las normas, y esto no podía durar mucho; por lo que el Romanticismo responde contra esto, siendo un período en el que se va a defender la libertad artística (hibridismo genérico). Así nos encontramos con Cromwell de Víctor Hugo, obra de teatro cuyo prólogo se considera uno de los manifiestos más importantes del Romanticismo, donde se defiende lo grotesco desde el punto de vista estético. La expresión artística romántica se puede entender como la conjunción de los extremos.
También aparece como novedad el intento de distinguir los géneros literarios apelando a criterios de tipo filosófico; de hecho, Hegel en su estética distingue los géneros literarios no usando criterios formales, sino a partir de la dialéctica, de la relación del sujeto y el objeto (distinción moderna que seguimos utilizando en la actualidad). Así, Hegel distingue entre:
a) Lírica. Es el género subjetivo.
b) Épica o narrativa. Es el género objetivo.
c) Dramática. Es una especie mixta que muestra tanto la subjetividad como la objetividad del sujeto, del autor.
A partir del Romanticismo, empiezan a usarse otros criterios para la clasificación de los géneros literarios, como a partir de la temporalidad en filosofía:
a) Lírica. Género que se considera al presente.
b) Épica o narrativa. Género que se considera al pasado.
c) Dramática. Género que se considera al futuro.
El Romanticismo da paso al Realismo, cuya ideología filosófica es el Positivismo, en la que Brunetiére es el encargado de desarrollar una teoría de los géneros literarios.
Contra esta corriente determinista, reacciona el período antipositivista del siglo XIX con Benedetto Croce, el cual se preocupa de estudiar la literatura desde una expresión individual desarrollando la estilística, que demuestra que la obra literaria siempre es la expresión de un individuo, desapareciendo el carácter evolucionista. A partir de ahora la obra va a ser examinada individualmente, con estilo propio; no se intenta encuadrarla con el género que le corresponde.
La poética moderna retoma el tema de los géneros literarios, concretamente Jakobson hace una clasificación partiendo de la situación comunicativa:
a) Lírica. Predomina la función emotiva
b) Narrativa. Predomina la función referencial.
c) Dramática. Predomina la función apelativa.
Las obras de la producción literaria presentan una complejidad y variedad considerable. Por ello, a lo largo de la historia se ha intentado repetidamente poner orden en este panorama tan heterogéneo y clasificar de alguna manera todos estos productos del ingenio humano. Es sabido que todo intento de clasificación implica un punto de arbitrariedad y la clasificación de los géneros literarios no escapa a este principio.
Los criterios que suelen utilizarse para esta ordenación son unas veces puramente formales, otras atienden al contenido, o al papel que juega el autor, o a las funciones del lenguaje. Por otra parte, es comprobable que no existen obras de las que se pueda decir que pertenecen exclusivamente a un género determinado. En todas las obras literarias se encuentran rasgos o partes narrativas, líricas, dramáticas o expositivas, aunque predomine a lo largo de ella una en especial. Los criterios de clasificación atienden por una parte a la forma en que se nos presenta el texto. Todos diferenciamos por la forma un texto poético, de uno dramático o narrativo. La lírica se presenta en líneas o versos regulares, la narrativa en frases seguidas y el teatro en estilo directo. Pero todos sabemos que si cogemos un poema y ponemos todos sus versos seguidos no por ello construimos un texto narrativo. O que si dividimos un párrafo narrativo en intervalos regulares no por ello resulta de allí un poema. En cualquier caso, estas formas de presentación, codificadas a lo largo de la historia, son admitidas tanto por los escritores, editores o lectores para distinguir unos textos de otros. También se suelen clasificar los textos atendiendo a la finalidad comunicativa de quien lo produce: el texto narrativo tendría como finalidad ser contado o imaginado, el lírico, ser cantado, el dramático, ser representado y el ensayo, ser meditado. Y también por el lugar o el papel que asume el escritor. Este esquema coincide con lo que se denominan los géneros naturales: – o bien el autor habla y mantiene su personaje. Predomina la subjetividad y la función expresiva del lenguaje: así nacería la lírica y la poesía. Históricamente parece que fue el género primero en aparecer: las composiciones en que los humanos empezaron a expresar por escrito y de forma subjetiva sus sentimientos de amor, alegría, miedo, celebración, crítica, sátira… – o bien el autor inventa otros personajes, se desdobla y se proyecta hablando a través de sus criaturas a las que maneja como muñecos de un guiñol. Estamos ante la narrativa. – o bien utiliza la representación directa de unos personajes reales en un escenario para expresar sus ideas: el teatro. – o bien intenta comunicarnos sus ideas de modo persuasivo e invitándonos a la reflexión sobre sus palabras: sería el ensayo. Sin embargo en esta primera clasificación “natural” la historia del arte y de la cultura ha ido introduciendo variantes, subgéneros, empeñados en la empresa de poner un orden en la complejidad de toda obra de pensamiento humana. Estas construcciones culturales que son las que se manejan actualmente obedecen a códigos compartidos tanto por los autores-emisores como por los lectores-receptores. Cada autor elige un código (ya pre-establecido y aceptado por la comunidad hablante). Los géneros están en constante transformación y adaptación a las necesidades expresivas de cada época. Obedecen a tendencias o modas y muchas veces el mérito de una obra literaria se basa en su capacidad para cambiar o subvertir las reglas o códigos atribuidos a un determinado género. Vamos pues a hablar más detalladamente de los géneros más comúnmente aceptados que son: la poesía, la narrativa, el teatro, el ensayo y los llamados géneros autobiográficos.
El hibridismo genérico
El hibridismo genérico tiene que ver con la evolución de los géneros literarios. Tiene que ver con la Historia de la Literatura, en el sentido de que ésta es la historia de los géneros literarios. La aparición, desaparición o mezcla de géneros literarios es lo que suele marcar distintos períodos literarios.
Hay distintos tipos de hibridismo porque obedecen a causas distintas; por ejemplo, La Celestina (fines del siglo XV). En este caso excepcional, la naturaleza híbrida viene determinada por un momento que podemos denominar de transición (fin de la Edad Media, principio del Renacimiento) en el que la literatura griega y latina han perdido su vigencia y en el que están a punto de consolidarse nuevos proyectos que provocan el Renacimiento. Es un momento histórico en el que el sistema clásico fluctúa y el escritor utiliza aquellos cauces que perviven. Fernando de Rojas, por ejemplo, utiliza la comedia latina, que sólo pervive en el ámbito culto para poder dar cabida a una expresión literaria que años después encontrará su cauce natural, como la prosa narrativa de Lope de Vega.
Esto es cuando no hay un sistema genérico en el que fijarse. Esto es lo que ha llevado a la crítica a discutir sobre su naturaleza. Puede hablarse de hibridismo genérico como fruto de un nuevo movimiento literario, como el Barroco. El hibridismo barroco no es una fusión de géneros, sino que queda todo dentro del propio género. El teatro de Lope de Vega combina lo que desde el punto de vista clásico debía de estar separado (tragedia-comedia); no es que cree un nuevo género, sino que dentro del género dramático fusiona ambos.
Desde el punto de vista del contenido se puede concebir una obra tragi-cómica. Hay otro tipo de obras que se dan en el Barroco que se aproximan a esto, en las que se fusionan distintos géneros literarios. También responde al espíritu barroco la totalidad, el querer abarcar todos los géneros literarios. Podemos encontrarnos sainetes, prosa, poemas, narrativa y lírica. Hay agrupamiento, pero no hay fusión. En el caso del teatro se da el hibridismo, pero dentro del marco de la obra.
Es un hibridismo literario que se nutre no sólo de los géneros tradicionales, sino también de otras manifestaciones artísticas contemporáneas. Una de las características que define al arte moderno es el carácter fragmentario: en la pintura por ejemplo, el collage pretende agrupar fragmentos de materiales distintos. Con esta tendencia al fragmentarismo, la literatura ensaya obras en las que el resultado de la obra sea la fusión de materiales distintos (lírico, narrativo y dramático). Así, a partir del siglo XIX nos encontramos con una novela que se aparta del género tradicional para cultivarse una novela que posteriormente se denominará novela lírica, una novela que se escribe contra las propias leyes de la misma (Unamuno, Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Gabriel Miró,...) son novelas en las que la acción se reduce al mínimo y en muchos casos ni existe. Simplemente, aparece una voz narrativa que nos habla de sentimientos, estados, pensamientos filosóficos,... Es una novela que se aproxima al ensayo y al tratado filosófico. Un ejemplo es la novela Rayuela de Julio Cortázar. Se presenta como el fin de la novela tradicional, poniendo en evidencia cuestiones y problemas que ya se habían puesto de manifiesto antes, pero con una naturaleza híbrida; es un tratado donde se tratan distintas cuestiones.
En definitiva, el hibridismo de la literatura moderna lo que quiere es borrar las señas de identidad clásica. Otro ejemplo de este tipo de novela es Negra espalda del tiempo de Javier Marís, la cual hace referencia a otra novela suya, Todas las almas. Es una novela en la que el narrador plantea una ficción basada en una experiencia personal del autor. Sin embargo, ésta es una novela que vuelve la voz narrativa en primera persona, que nos habla de cuando escribe la primera novela, los personajes que conoció,... En definitiva, lo que hace es presentarse como una novela o libro autobiográfico en el que se mezcla el ensayo, la crítica literaria y la narración.
Hay una corriente en la poesía barroca, metafísica y transcendental. Poesía preocupada por el ser, por el más allá, por la inmortalidad, o más bien en la mortalidad. Hecho accidental de la existencia del hombre, y constante en el hombre. Quizás la más importante, directamente relacionada con el tiempo. Contra esa evidencia surge la poesía. Expresa el deseo de permanencia (romance Árboles-hombres). Lo que cambia es la relación que establece para expresar ese anhelo de eternidad. “Amor constante más allá de la muerte”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario